Título: Far Away
Resumen: Misao siente como poco a poco se le congela el corazón frente a la frialdad e indiferencia de Aoshi, pero cuando está lejos...
Categoría: Hetero
Rating: 9+
Nuevamente me encuentro aquí, haciendo la ceremonia del té
frente a él. Lo miro de reojo y más de una vez lo hago profundamente esperando
algo nuevo, una reacción nunca efectuada, una mueca de molestia aunque sea...
pero no. Sigue igual de impasible, meditando sin prestarme atención. No le
importa que haga mis movimientos por inercia, ya se dio cuenta que los hago por
tradición, pura costumbre. Sigue con sus ojos cerrados y cabeza algo gacha privándome
de aunque sea el único beneficio que es mirar esos bellísimos ojos azules como
el cielo, pero fríos como... un cubo de hielo.
Suspiro. Ni eso hace que se digne a mirarme.
Doy por finalizada la ceremonia del té, acomodo todo en
la bandeja que llevaré a la cocina, a ver si tengo suerte y Omasu está lavando
los trastos y me salvo de lavarlos yo. Acomodo la taza sobre un plato y arrastrándolo
con suma delicadeza de no hacer ruido alguno, hago que quede a mejor
alcance de sus manos.
—Aquí
tiene su té Aoshi-sama. —Solo
esas palabras digo para tomar la bandeja y levantarme. No me respondió ni
diciendo un pequeño “Gracias”.
Su frialdad me va helando el corazón poco a poco,
asaltando mi felicidad, haciéndola disminuir hasta que algún día no quede nada.
Volvió, es verdad, y me alegre mucho; pero que me sea indiferente y las pocas
palabras que suelte no sean dirigidas a mí, me duele.
Siento mis mejillas húmedas. Genial, me he puesto a
llorar, y la causa es nuevamente él.
Nuevo día, misma rutina: prepararle el té a Aoshi-sama.
Tomo la bandeja y me dirijo a la sala de meditación, o ”la cueva de Aoshi Shinomori” como le dicen los demás a veces.
Utilizo mis dotes de ninja para abrir silenciosamente la puerta y lo que veo no
me lo creo.
Aoshi Shinomori no está en su pose habitual de meditación,
con los ojos cerrados alerto a cualquier ruido por más insignificante que sea,
pensando sobre quien sabe qué, de seguro en sus crímenes comentados, sus “errores” según él.
No, Aoshi no está en esa pose. Directamente, no está.
Se me cae la bandeja de las manos y corro directamente
hacia Okina, quien se encuentra en el pasillo mirando por una de las puertas.
—¡¡¡Okina!!! —grito con todas mis fuerzas. Él pega un salto
y mirándome con una reprimenda escrita en sus ojos y con un dedo en sus labios
para indicarme que haga silencio. Ahí lo noto. El viejo estaba mirando por la
puerta del vestidor femenino. Lo tomo de la oreja y lo arrastro hacia la
cocina—. Deja
de mirar a Okon y préstame atención. ¡¡Aoshi-sama no esta!!
Me mira un rato un poco divertido y me contesta.
—Ya
lo sabia, partió esta mañana en una misión que le pidió Saito que participara,
parece que la policía necesitaba ayuda, y además Saito no estaba muy contento
pidiéndole algo a Aoshi...
—¡¿Y
por qué nadie me avisó?! ¡Soy la Okashira después de todo!
—Pero
Saito vino esta mañana mientras dormías
y Aoshi-sama se fue con él, además Aoshi lo decidió él mismo, quería ayudar a
Japón luego de sus errores cometidos, o eso dijo él... —Dejo a Okina hablado solo, yo me largo
frustrada. ¿Cómo nadie me comunicó nada? ¡Soy la Okashira después de todo!
Ya ha pasado una semana desde que se fue y me siento
terriblemente mal. Aunque trato de seguir fingiendo mi gran actuación de falsa
felicidad, fallo y mi sonrisa no se marca, parece más una mueca de disgusto. Ya
noto como todos en el Aoiya me miran con pena. Y eso me fastidia un poco.
Hay momentos en que deseo olvidarlo, pero no puedo. ¿Cómo
podría hacerlo?
—Es
usted muy linda, Misao-dono —me
sorprendo y giro mi cabeza para quedarme frente a frente, a escasos centímetros,
y delante de todo el restaurante, de un chico de cabellos castaños y ojos azules
algo oscuros pero con gran ternura grabado en ellos, no como los fríos azules
como el cielo que acostumbro a mirar perdiéndome, admitiendo totalmente el
estar enamorada de él.
Me sonrojo notablemente por la cercanía. Seguramente
Okina y los demás me molestaran un largo rato por esto. ¿Quién diría que
Soujiro Seta, el Tenken, diría estas cosas? También, ¿quién pensaría que el
mismo Tenken está trabajando en el Aoiya y hablando con todos como si de toda
la vida nos conociéramos?
Hace solo tres días llegó como si nada, al verlo entrar
por la puerta principal y al reconocerlo salté enseguida poniéndome en posición
de ataque, no podía evita pensar “¿Vendrá
a vengarse?”. Pero no. Al verme en esa posición hizo mueca de pensar un momento y luego soltó
algo sobre si era la que estaba en un momento con Himura. Asentí atónita por la
reacción, creía que atacaría o algo. “No, señorita, vengo en son de paz”, me dijo enseguida moviendo las manos frenéticamente
por el nerviosismo. ”En
verdad he venido para preguntar si podría trabajar aquí por un tiempo, ya que
necesito dinero y trabajar es lo único que se ha ocurrido...” explicó pasándose la mano por la nunca
con una sonrisa ingenua y sincera. Por lo que parecía Okina estaba por replicar
o decir algo cuando entraron muchas jovencitas al local diciendo algo como “Ese chico apuesto entró acá, estoy
segura”. Ahí
entendimos que lo buscaban a él, ya que venían corriendo en nuestra dirección.
Vi una mirada lujuriosa en Okina que inmediatamente comentó: “Señoritas, este jovencito trabaja aquí,
pueden venir a verlo cuando quieran...”. Y luego nos llegaron todo tipo de chillidos
ensordecedores de alegrías de las jovencitas.
—De
verdad Misao-dono, usted es muy linda. —Vuelvo al presente. Y mis mejillas se vuelven arreboladas.
Que ironía, y yo que creía que solo me enrojecía por todo lo relacionado a
Aoshi-sama, aunque tener una cara como aquella a dos centímetros de la mía
también es una buena razón para sonrojarse, ¿no?—. Aunque Omasu-dono también es bonita —sentencia apoyando sus dedos pulgar e índice
sobre su mentón. De reojo logro ver como Omasu también se sonroja y Shiro hace
mueca de molestia—. Aunque entre nosotros, usted es más
bella —me
dice al oído. ¿En que momento se me acercó tanto? ¿Cómo no lo noté? Y ¿por qué
no se me va este maldito rubor?
—Ya,
ya. Mejor deja de acosar sexualmente a mi angelito y ve a atender a las
jovencitas que te esperan Soujiro... —ordena Okina haciendo que se separe de mí, y dejando que
yo largue un suspiro sordo de alivio.
—¿Acosar...? —dice sin entender para
luego levantar sus hombros en señal de desconcierto e irse a seguir con su
trabajo.
Han pasado dos semanas, y él sigue sin aparecer. Solo
viene, por momentos, en mis sueños. Y en mis pesadillas.
He soñado con que estamos juntos, en el Aoiya, en el
templo, me había encontrado haciendo la ceremonia del té; hasta he soñado que
ambos entrenábamos en el bosque, él con sus kodachis y yo afinando mi precisión
con mis kunais, lo miraba de reojo y lo veía en todo su esplendor, sudado con
la piel perlada por la transpiración, lo cual denotaba el blanco de su piel, lo
hacía ver más varonil y deseable. Luego me le acercaba y le preguntaba si
quisiera que practiquemos kempo entre nosotros, para mejorar el mío, era la
excusa que usaba. Me lanzaba una mirada sorpresiva pero enseguida aceptaba
afirmando con la cabeza. Nos poníamos en posición de ataque e iniciaba yo
tratando de usar mi “patada
de águila”, la
cual fácilmente esquiva y me agarra del brazo y me atrae a su cuerpo, dejándome
sentir su fragancia tan masculina, su olor.
—Misao,
yo... —Y no
logra terminar porque llega Okina a levantarme para trabajar. En esos momentos
me dan ganas de pegarle. ¿Tiene que molestarme todo el tiempo acaso? Otras
veces son Okon, Omasu o unas muy pocas es Soujiro.
En mis pesadillas también aparece. Una fue en la que
atendíamos el Aoiya y de repente entra un hombre herido, con la cabeza gacha
negándonos ver su cara, el cabello tiene unos mechones cortos y otros largos
como si hubiesen sido cortados por una espada pero ese mismo flequillo impide
que veamos sus ojos. Me fijo en sus
heridas. Tiene cortes muy profundos cerca de puntos vitales, rozando órganos
importantes y viene empapado en sangre. No se como logró llegar hasta acá. Pero
se me viene enseguida la pregunta. ¿Por qué si apenas puede caminar y
mantenerse en pie ha venido hasta acá, que es una posada y no a un hospital? En
ese momento recaigo en su ropa.
Un traje Oniwabanshuu.
Entonces el hombre cae de costado quedando tirado en el
suelo. Todos corremos hacia él y lo comprobamos, era Aoshi-sama. Miro sus ojos,
siguen siendo azules, pero son azules sin vida.
Entonces despierto gritando, bañada en sudor, mojando las
sábanas, impasible. Y enseguida se abre la puerta de mi habitación dejando
entrar a un chico de mi edad castaño, Soujiro. Él duerme en el cuarto al lado
del mío y es quien primero llega a consolarme y preguntarme qué me pasa. Luego
van cayendo los demás que se quedan en el pasillo para no interrumpir la “escena”, o eso creo, excepto Okina que a veces
entra.
Dos semanas y media y se imaginarán como estoy: muy
preocupada. ¿Dónde esta Aoshi-sama? ¿No le pasó nada, no? Ya en ocasiones lloró
a escondidas por toda la preocupación guardada, y me desespero en momentos y
empiezo a preguntar por él.
—Misao-Dono,
tranquilícese. Venga a la cocina que le preparo un té —me tranquiliza. Me toma de la mano y me
lleva casi arrastrándome hacia la cocina desértica. Es de noche y el Aoiya no
tiene clientes, solo quedan una o dos mesas que lo único que hacen es tomar
sake. Me sienta en una silla y empieza a calentar el agua, yo solo lo miró moverse. Vuelvo a absorberme en mis
pensamientos. ¿Cómo esta Aoshi? ¿Nos extrañará? ¿Me extrañará? —... ¿Misao-dono? Aquí está su té —me dice Soujiro con esa
imborrable sonrisa en su cara mientras se sienta en otra silla frente mío. Tomo
la taza de sus manos y comienzo a da pequeños sorbos— Misao-dono, hay algo que quiero
decirle...
—¿Qué
pasa Sou?
—Usted...
usted... —¿Qué
le pasaba con eso de usted? No entiendo nada—. Usted... me... gusta...
Me sorprendió. Lo admito.
—Sou...
yo... no sé... —Debo de tener los ojos como platos, ¿cómo le explico?
—Ya sé
que a usted le gusta Shinomori-san, no por nada habla de él todo el tiempo.
Solo quería que lo sepa —me
sonríe. Aun cuando sabe que no le correspondo, me sonríe; sí que tiene una
sonrisa imborrable.
—Disculpa
Sou, pero sabes que te quiero como una amigo... —Cambia su sonrisa un poco triste a una
enigmática. ¿Qué le pasa?
—Sabe,
eso es una de las mejores cosas que le puede decir a una persona en este caso,
porque si le dice como un hermano ahí le despedaza toda esperanza de que la
pueda conquistar algún día... —Su
sonrisa vuelve a ser cálida mientras se levanta.
—Puede
ser... pero sigo preocupada por Aoshi-sama...
—No
debería, él sabe cuidarse.
—Ya
lo sé, pero no puedo evitarlo... creo que iré a buscarlo...
—No
lo hagas, Misao —dice
una voz desde la puerta, me giro y veo a Okina con el semblante serio—. Él puede tomarlo como una
falta de confianza...
—¡No
importa Okina! ¡Yo iré igual! ¡Tengo que asegurarme!” —Salgo de allí corriendo hacía mi habitación,
junto todo lo necesario rápidamente, me pongo mi traje ninja y con el dinero
que tenía ahorrado bajo mientras Okina sigue tratando de llamarme la atención
gritando mi nombre. No le hago caso y sigo hasta la entrada principal en la que
choco contra alguien, al no fijarme en mi camino por pensar por donde empezare
a buscar, y termino en el suelo. Levanto mi vista dispuesta a maldecir a la
persona causante de mi caída, pero quedo de piedra.
—A...
Aoshi-sama...—logro
balbucear.
¡Volvió! ¡Aoshi-sama volvió! Siento mi alegría renacer,
volveré a celebrarle la ceremonia del té, ahora sonrío mas sinceramente cuando
estoy con los demás y juego bastante con Sou. Hasta logré que deje de hablarme
de “usted” y utilice ese “-dono” al final de mi nombre. Si a mí me desespera,
no me quiero imaginar a la pobre de Kaoru que Himura se lo dice todo el tiempo,
incluso ahora que ya se le ha declarado como me contó ella en una carta...
Hoy me pasó algo para no recordar. Estaba en la cocina
preparando el té junto con Sou para nosotros dos cuando tropiezo y él me agarra
de la cintura para que no caiga. Sí, esto es vergonzoso de una ninja, pero lo
es aun más por que Aoshi-sama entró justo cuando él me tenía de la cintura y
nosotros dos reíamos de mi torpeza. Ahora tengo ganas de llorar. Espero que no
haya malinterpretado todo...
En este momento me dirijo a iniciar la ceremonia del té,
es el primer día que la celebro. Llegó ayer y fue directamente a bañarse y
descansar, ni siquiera le pude hablar... Abro la puerta lo más silencioso que
puedo y lo encuentro en su pose habitual.
Me arrodillo y doy inicio a la ceremonia.
—Aquí
tiene su té, Aoshi-sama —le
dijo con una sonrisa mientras me levanto con la bandeja preparada para retirarme.
—Gracias —fue lo que dijo una voz
potente y grave. Me doy vuelta si creerlo. Aoshi Shinomori me dijo "Gracias" —. Misao. ¿Tienes alguna
relación con Soujiro Seta?
—Solo...
solo somos amigos —contesto
sin salir de mi absorto, sin darme cuenta de que él está parado al
frente mío. Kami-sama... sí que es alto, y bello. Me toma con ligereza del mentón
y atrae mis labios hacia los suyos uniéndolos en un precioso y lleno de
sentimiento, y más que nada tierno beso. Mi primer beso.
—Te
extrañe... —susurra
en mis labios para luego abandonarme y volver a retomar su posición y empezar a
dar sorbos al té, mientras yo proceso la información. Aoshi me besó, y dijo que
me extrañó. Me sonrojo y me le lanzo encima a abrazarlo haciendo que un poco de
té se vuelque en el plato.
—Aoshi...
te quiero —le
murmuró en el oído y luego me separo para besar su mejilla izquierda.
—Que
suerte. Empecé a preocuparme cuando abandonaste la hora de la comedia —comenta sonriendo
levemente, pero sonriendo. Tiene una sonrisa bellísima, la mejor de todas para
mí. Aun mejor que la de Soujiro. No entiendo por qué no sonríe más seguido, sería
más atractivo de lo que ya es.
—Si
quiere puedo volver a hacerla...
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