lunes, 2 de junio de 2014

I want to see you strut

Título: I want to see you strut
Fandom: exo
Palabras: 4.665
Pareja: Tao-Kris-Chanyeol
Género: AU (fashion!au)
Resumen: Chanyeol es el rapero de EXO y Kris y Tao, los dueños de KTstyle, lo contratan para ser la nueva cara de su marca y se enamoran entre pruebas de vestuario y luces incandescentes (o algo por el estilo).
Nota: Para la Séptima Gala de EXO_12eyes.




Los puntos de inflexión en la vida de Park Chanyeol han sido tantos, sucediéndose uno tras otros en tan pocos años, que a veces le cuesta reconocerlos. La mayoría quedan ofuscados por el hecho de que pudo debutar después de tres años de entrenamiento. Ahora su rostro se encuentra en la televisión y su voz en la radio y es la viva imagen del sueño inalcanzable. Por lo que estar encerrado en una habitación con dos personas mirándolo de forma crítica mientras una le toma medidas y lo trata como un muñeco de trapo, fácilmente se le pasa por alto.
«No, no, no», escucha constantemente mientras le obligan a tensar su brazo y miden desde la punta del hombro hasta casi sus nudillos. También oye otras palabras que no comprende, pero en su grupo hay demasiados integrantes chinos como para no saber que es mandarín. Y no necesita saber el idioma como para darse cuenta de que son, de hecho, insultos y comentarios exasperados.
—¡Están mal! ¡Todas las medidas están mal! —gruñe el chico y deja caer la cinta métrica. Se aleja y sigue mirándolo críticamente, con el ceño fruncido tras un par de anteojos de marcos de pasta anchos, con el logo de Polo brillando en las patillas. Su chaqueta fina también es Ralph Lauren y la camiseta que utiliza debajo deja ver con facilidad su clavícula. Y ésta parece filosa, pero no tanto como sus ojos—. ¡Es un desastre! Deberíamos habernos quedado directamente con Kai…
—Zi Tao —dice el otro hombre desde el sillón, donde observa todo con relativa calma. Sus cejas se fruncen un poco y su rostro adquiere un aspecto todavía más severo. Sin embargo, su tono no suena como si lo estuviera reprendiendo o acusando, más bien recordando—: Tú fuiste quien…
Zi Tao le interrumpe, exclamaciones en mandarín que se vuelven más agudas a medida que el otro hombre le contesta. Chanyeol no recuerda su nombre; nunca fue bueno con ellos y quizás debería empezar a serlo. Baekhyun se lo ha dicho varias veces, antes de empezar a grabar algún programa; su trabajo ahora no solo es ser conocido, también conocer a los demás. En su defensa, Chanyeol contesta que es más sencillo cuando es gente que conoce él mismo o ve en la televisión; no personas que contactan con su manager y jamás le dirigen la palabra.
Casi no se da cuenta cuando la conversación vuelve a ser en coreano porque el aire sigue siendo tenso y el hombre de expresión severa continúa sentado y sin mirarlo. Zi Tao, a su lado, bufa y atrae su atención hacia él, la manera en que se muerde sus labios y los músculos de su cuello se tensan.
—Entonces necesitaremos que venga cada tanto a hacerse pruebas cada tanto —escucha que el hombre dice mientras se levanta. Chanyeol se sorprende que sea tan o más alto que él y pasea su mirada por las largas piernas en jeans blancos,  ajustados perfectamente a la cadera con un cinto Hermes—. Luego lo llamaré para arreglar los horarios —añade y Chanyeol no le presta realmente atención, porque sabe que se dirige a su manager. Últimamente se ha acostumbrado con una facilidad sorprendente a ser tratado como un objeto, pero que sus decisiones sean tomadas por otros es uno de los precios que sabía tendría que pagar cuando firmó para ser la nueva estrella pop coreana.
Cuando levanta nuevamente su mirada, el hombre lo está mirando con una sonrisa ladina. Como si atrapar a Chanyeol ojeándolo es lo más divertido que le sucedió en el día. Chanyeol simplemente sonríe y espera a que su manager empiece a caminar hacia la salida. Entonces se gira hacia Zi Tao y hace una reverencia de despedida. Éste solo bufa y hace un gesto con la mano.
—Que Tao no te intimide —comenta el otro hombre cuando se despiden en la puerta, sosteniéndole la mirada—. A veces no está de humor —explica y desde el interior se escucha un insulto en mandarín—, otras, se comporta como una puta diva —termina y las comisuras de sus labios se alzan ligeramente cuando el estruendo de un portazo llega hasta sus oídos—. Nunca sé cómo reaccionará. Es desconcertante. Y la vida se trata de eso, ¿no?
Chanyeol lo mira de reojo. El hombre le habla casi al oído y, aunque no está seguro de entender, una parte de sí le da la razón.

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Ya los había visto antes, solo que no lo recuerda. Ve demasiada gente cada día como recordar cada rostro, aun si tienen facciones memorables. En el negocio del espectáculo, ser bello es un requisito mínimo. No importa cuántas veces se haya pasado por el quirófano o cuánto maquillaje sea necesario; para presentarte frente a la nación no puedes verte menos que ideal. Supone que en eso se parece al mundo de la moda. Figuras bonitas caminando la pasarela, en el borde entre el glamour y el colapso.
Chanyeol ya ha participado como invitado en un desfile y ha podido avistar lo que es un backstage; muchos huesos sobresalientes, histeria y tapa ojeras.
—¡Allí estaban, en el público! —le espeta Baekhyun mientras se posicionan frente a las cámaras de Inkigayo, esperando el momento en que hagan la señal y deban sonreír. Ninguno de los dos saben mucho de moda, pero a Baekhyun le gusta aparentar y finge escandalizarse cuando Chanyeol pregunta si Kai era el modelo de piel bronceada, labios gruesos y andar cansado—. No puedo entender cómo siguen pidiéndote a ti.
Una vez el programa acaba y su manager les devuelve sus celulares, Chanyeol busca en internet sobre KTstyle. Los resultados aparecen en inglés o chino y él no sabe mucho de ninguno de los dos, así que busca imágenes en su lugar. Fotografías de desfiles, de Zi Tao en campañas publicitarias y de los dos dando entrevistas. Se ven feroces, imponentes, elegantes. Peligrosos.
Chanyeol sonríe. Peligroso es el nuevo negro.

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Tiene pruebas de vestuario cada semana. Es estúpido y exagerado, pero no le podría importar menos. Sale del Music Bank y se sube a la van con sus compañeros, pero se despide de éstos con una sonrisa demasiado grande para lo cansado que está, antes de llegar al dormitorio, frente a un edificio moderno en los límites del distrito de Mapo. Su manager promete que lo vendrá a buscar en una hora y le recuerda el número de departamento.
Es Zi Tao quien abre la puerta. Parece indiferente al calor de julio, con un saco negro y un pañuelo morado grande alrededor del cuello. Tiene el cabello negro un poco alborotado y las bolsas bajo sus ojos parecen más pronunciadas que la última vez. Es la viva imagen del hastío cuando lo mira de arriba abajo y anuncia para adentro algo en mandarín que suena a «es el EXO». Chanyeol se abstiene de corregirlo y simplemente sonríe cuando lo dejan pasar.
El estudio es un lío de telas e hilos, la mesa y el sillón cubiertos con retazos de seda y moldes de papel. Hay un maniquí completamente escrito con marcadores en una esquina, donde cuelga un saco con una sola manga.
—Pruébate —ordena Zi Tao y señala el saco. Chanyeol asiente y trata de sacarlo con cuidado a pesar del bufido a su lado—. ¡Yi Fan! —exclama Zi Tao con el ceño fruncido mientras agarra el saco con sus manos y le señala a Chanyeol la camiseta con la cabeza—. Demasiado holgada. Quítatela. ¡Yi Fan!
La puerta de una habitación se abre y sale quien Chanyeol hubiese jurado haber leído que se llamaba Kris. Tiene expresión molesta y sostiene un teléfono que parece demasiado pequeño en su mano, enorme y de dedos largos. «Estaba ocupado», gruñe y se revuelve el cabello con la otra mano. Luego suaviza su expresión y lo saluda. Zi Tao chasquea la lengua.
—¿Cantas? —pregunta Yi Fan.
—Estoy a cargo del rap en EXO, aunque a veces sí canto. Principalmente en la ducha —bromea. Mostrarse de buen humor fue la única forma que aprendió a lidiar con las situaciones; la gente no suele resistirse a una sonrisa y a una broma indefensa. Así que dibuja siempre que puede una sonrisa que ocupe la mitad de su rostro y erosione un poquito más su dignidad.
Yi Fan asiente complacido mientras lo escudriña.
—Sabía que el cobalto te quedaría bien —comenta. Chanyeol se mira a sí mismo; solo ve un saco azul encima de su piel desnuda. Zi Tao asiente y murmura que deberán hacer algunos retoques—. ¿Tú qué opinas?
Chanyeol se fija en su expresión. Parece genuinamente interesado y el tipo de persona que solo admite la sinceridad. Y esto no debería serle difícil, porque se ha entrenado para el mundo del espectáculo, donde todos deben intentar ser honestamente la versión más atractiva de sí mismos con la guía de estilistas y managers.
—¿Realmente importa?
—No —responde Zi Tao.
—Entonces me encanta.
Puede ver cómo la serenidad de Yi Fan se resquebraja. También cómo es la sonrisa de Zi Tao.

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La siguiente prueba es más tranquila. Yi Fan le abre la puerta hacia un estudio más organizado y le promete que acabarán rápido al ver lo extenuado que Chanyeol está de las prácticas y las presentaciones. Cuando Zi Tao lo mira no tiene la sensación de ser un bicho y eso lo agradece tanto o más que la lata de energizante que le comparte.
Lo obligan a probarse el saco finalizado y unos cuantos polos. Señalan unas pocas mejoras en mandarín que no comprende; aunque está seguro que tampoco las entendería en coreano. El tono de Zi Tao es suave y parece un ronroneo cuando pasa sus dedos por sus hombros y acaricia las sisas. Es extraño.
—¿Qué pensabas cuando aceptaste este trabajo, Chanyeol-shi? Deberías relajar un poco más tus hombros. Nada habla peor de ti que tu ropa y cómo la portas.
Terminan unos minutos antes de que su manager le llame para avisarle que irá a buscarlo. Yi Fan lo invita a sentarse en el sillón y le ofrece algo para tomar. Agua mineral suena como lo más adecuado, pero acaba con una lata de cerveza que Zi Tao mira con desprecio.
Las bolsas debajo de los ojos de Zi Tao ya no están realmente cubiertas con tapa ojeras y se vuelven terriblemente notorias cuando anuncia que se va a dormir. Chanyeol no alcanza a saludarlo que el hombre se despide y se encierra en la habitación contigua.
—¿Tienen una habitación para descansar en el estudio? Nosotros solo tenemos un sofá en la sala de prácticas. Para poder echarnos una siesta teníamos que realizar unos juegos del hambre.
—¿Y ahora? —ríe Yi Fan.
—Aprendimos a compartir. O a soportar el cansancio hasta llegar al dormitorio. Todo sería más fácil si tuviéramos los dormitorios y las salas en el mismo edificio.
—Lo es —afirma para la sorpresa de Chanyeol.
—¿Tienen sus departamentos en este edificio?
—Estás en él.
Se encuentra más impresionado por el hecho de que Yi Fan lo admita con tanta soltura que por lo que admite en sí. Ha estado en el estudio lo suficiente para fijarse en su estructura funcional y pequeña, como para suponer que en la habitación contigua caben dos camas. Quizás, inconscientemente, lo sospechaba. Sonríe para evitar mostrarse afectado; no puede dejar de contemplar sus manos.

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—Está de buen humor últimamente —comenta Chanyeol desde su posición frente al ventilador. Seúl a mediados de julio es un horno y cualquiera creería que ya está acostumbrado a transpirar. «Sueños y amor son las únicas cosas por las que vale la pena gastar una gota de sudor», le había dicho su hermana cuando entraron como trainees en la compañía. Ella no duró mucho. Se dio por vencida tras dos años y apostó sus sueños en él. A veces Chanyeol encuentra rastros de rencor en su voz cuando hablan.
—Lo está —afirma Yi Fan sin levantar la vista de la mesa, donde varios bocetos están repartidos sobre la superficie. Zi Tao está hablando por celular en el balcón, en un mandarín rápido y emocionado que suena armónico y ligeramente rasposo. Tiene la cinta métrica colgando de su cuello y de vez en cuando la acaricia distraídamente. Sostiene un cigarrillo que se vuelve cenizas; volutas de humo envolviendo su cabello y su teléfono—. Ha estado comiendo japchae con extra pimienta estos días sin tomar un par de laxantes o ipecac después. Te sugiero que lo disfrutes mientras tanto, al menos hasta el viernes.
Chanyeol puede sentir como su rostro se sonroja y una sonrisita nerviosa se le escapa. Zi Tao había insistido en volver a tomarle las medidas y podría jurar que su mano se había demorado más de lo necesario a la altura de la cadera. Aún puede sentir el cosquilleo de la punta de sus dedos y de su aliento a lo largo de su pierna y alrededor de su pecho.
—¿Qué hay el viernes?
Las expresiones de Yi Fan ya no le parecen severas ni indescifrables. Puede entrever los brillos de diversión y las marcas de extenuación. Donde hubo bálsamo labial, solo queda rastros que se mezclan con manchas de café y sutil ironía. Sus pómulos parecen pronunciarse y la línea de su mandíbula parece más notoria cuando una de las comisuras de sus labios se alza.
—La balanza.

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El público de Music Bank no suele ser muy variado; fanáticas gritando y staff. Por eso mismo, Chanyeol se sorprende cuando le parece vislumbrar más allá de las luces y las cámaras la nariz y los labios inconfundibles de Zi Tao. Duda de haber visto correctamente, pero una vez que las cámaras se alejan y los músculos se relajan, verifica que sí, Zi Tao está entre el público, impasible entre la multitud alborotada. De hecho, parece molesto, con el ceño fruncido tras unos lentes de sol enormes e innecesarios.
Ha ido a buscarlo y al parecer es demasiado obstinado, porque logra convencer a su manager. Recién en el viaje en taxi le dirige la palabra, pura honestidad sibilante.
—Deberían despedir a sus estilistas. Parecen un puñado de monos brillantes.
—A las fans les gusta.
—A las adolescentes les gusta cualquier cosa que brille. Puedes darle acero y creerán que es plata. Es de tus compañeros y de la gente de la industria de quien debes cuidarte, ellos decidirán cuánto vales y cómo hundirte. Ni tu estúpida sonrisa te salvará. ¿Alguna vez te atreviste a pensar en no sonreír? ¿En simplemente mandar todo a la mierda y, no sé, darle descanso a la puta boca?
Chanyeol frunce el ceño, quizás por primera vez en el tiempo que lo conoce. Sabía que Zi Tao podía ser un imbécil, pero es la primera vez que se siente así de insultado.
—¿Por qué fuiste a buscarme? —cuestiona. Su voz suena más grave de lo normal, dura.
—Necesitaba salir. Me estaba ahogando.
El departamento apesta a cigarrillo y el cenicero sobre la mesa está repleto de pitillos. El humo azulado que se desprende del nuevo cigarrillo que Zi Tao prende ondea en el aire y hace que le ardan los ojos. Se apresura a abrir la puerta del balcón y Zi Tao no dice nada, solo deja que el aire pegajoso ingrese y le pide que se desvista. Chanyeol no está seguro de cómo debería sentirse cuando se queda parado en bóxers y Zi Tao lo rodea, como si fuera una pantera. Tiene los ojos delineados con negro y su mirada se vuelve todavía más feroz mientras observa cada porción de su piel con lentitud. Sus labios curvados naturalmente hacia arriba acrecientan su aspecto felino, incluso cuando se separan y dejan escapar humo junto con un susurro que suena como un «Elegí bien».
—¿Zi Tao-shi? —empieza con tono dudoso. Cualquier cosa para desviar su atención—. ¿Dónde está Yi Fan…?
—Tao —le interrumpe—. Dime Tao. Solo Kris-ge me llama así cuando está enfadado. En algún momento, llamarnos por nuestros verdaderos nombres se volvió la mejor manera de insultarnos; echarnos en cara que no somos quiénes decimos ser. —Zi Tao suspira y abandona el cigarrillo en el cenicero, a merced de sí mismo. Chanyeol se pregunta si acaso Yi Fan ha hecho lo mismo con Zi Tao—. Kris está en Canadá, solucionando unos asuntos con la marca —explica.
—¿Quiénes son entonces? —pregunta, entre la prueba de la segunda camisa y la primera bufanda.
—Medios para un fin. Todos lo somos. Maniquíes andantes para vender ropa, monos entrenados para entretener. —Su coreano se vuelve más acentuado y sibilante. Le quita la bufanda y acaricia su mandíbula. No es con suavidad, tampoco con rudeza—. Tú, Yeol, eres mi medio.
Se abstiene de preguntar el fin. Duda de si le gustará la respuesta.

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Se encuentra con Henry Lau, el cantante y violinista prodigio estrella que irrumpió en la industria años atrás, en los pasillos de la SBS. Inkigayo está a minutos de empezar y ambos esperan a ser llamados. Henry tiene las mejillas redondas que lo hacen ver más joven e inocente de lo que es y una sonrisa permanente en el rostro, aun cuando parece no entender la situación. Ambos han entrenado tanto sus sonrisas, que se les escurren con facilidad y ya no les duele los músculos.
—Oí que trabajarás con KTstyle, ¿es cierto? —le pregunta mientras evita a técnicos que pasan sin mirarlos. No encuentra más que curiosidad en su voz—. Qué bueno.
—¿Los conoces? —Ya sabe la respuesta. Basta con oírle hablar para saber que Henry es extranjero y, si mal no recuerda, de Canadá.
—Yep. Buenas chaquetas, mejores campañas. Tengo entendido que Kris también es fotógrafo y el otro chico, la T, es modelo. Lograron hacerse un nombre en Toronto y abrir sucursales en Beijing. Supongo que eres su apuesta para meterse en Seúl.
Henry le sonríe cuando lo llaman para grabar.
Si hubiera llamado ese mes a su hermana, ésta le habría dicho que no era muy complicado de explicar. La marca atrae público y logra meterse en el mercado surcoreano, la compañía discográfica halla un nuevo escaparate para mostrar su nuevo grupo. Publicidad y la verdadera cara de los sueños.
Chanyeol se ríe de sí mismo, ajeno a las miradas suspicaces de los demás. Porque al final todo parece tratarse de eso; publicidad y sonrisas. Mentiras de ensueño.

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La siguiente vez que va al estudio, Yi Fan ya ha vuelto. Tiene el cabello rubio revuelto y las líneas de su rostro ya no se ven tan cansadas como la última vez. De hecho, sus ojos brillan y parecen más grandes de lo normal.
Lo deja pasar, con expresión extrañada.
—¿Chanyeol? ¿Qué haces aquí? ¿Tao no te dijo que ya acabamos?
Se siente estúpido cuando niega con la cabeza.
Zi Tao está agazapado contra el desayunador, una chaqueta fina sobre sus hombros. Se lleva una pastilla a la boca mientras canturrea un «lo olvidé» demasiado divertido como para ser sincero y bebe el final de una taza de café. Yi Fan suspira.
—Repasemos algunos detalles de la campaña, entonces.
—Paso —resopla Zi Tao con un gesto de aburrimiento. Agarra la caja de cigarrillos y anuncia—: Me voy a descansar un rato.
Besa a Yi Fan en la mandíbula sin apartar los ojos de Chanyeol. Es desconcertante el modo en que su voz posee matices que no puede explicar, en que su cuerpo tiembla ligeramente y en que la expresión de Yi Fan se relaja. Camina con lentitud como si el piso fuera a girarse en cualquier momento y respira con pesadez. Alcanza a vislumbrar ojos rojos y ojeras oscuras a la luz blanca artificial antes de que la puerta se cierre. Siente que ha pasado demasiado tiempo en ese estudio como para ignorar que es el baño.
—¿Por qué hace eso? —pregunta en algún momento de la noche, entre latas de cerveza y camisas estampadas con el logo de KTstyle, en el balcón. Han repasado los detalles y ya los ha olvidado a favor de tomar algo. Ha prometido vestir exclusivamente productos de la marca y rapear alguna vez algo para ellos. Ha roto su propia promesa de no inmiscuirse en asuntos que no deberían interesarle—. El café y ¿laxantes…? —Mira de reojo la puerta del baño; no ha vuelto a abrirse.
—¿Ipecac, café y diazepam? Es su dieta. A veces las modifica, agrega un poco de lechuga, intercambia el diazepam por RedBull y vodka —Yi Fan no suena molesto ni preocupado. Quizás sí un poco divertido al ver sus ojos grandes y su mueca escandalizada—. Intenta ser exitoso en dos profesiones de un mundo que lo sigue rechazando. Es demasiado para una, no lo suficiente para lo otra.
—¿Y no te preocupa su salud?
Yi Fan ríe secamente. El viento cálido revuelve su cabello y sus facciones se vuelven más atractivas entre luces de neón.
—¿Y la tuya? —sisea—. Tiras de tu pulsera para hacerte daño cada vez que te ofrezco comida y has golpeado tu pierna cuatro veces antes de la segunda cerveza. Obviamente, la técnica no te funciona —agrega con acidez. Reencontrarse con la idea de un Yi Fan severo y brutalmente honesto le sirve para distraerse de la vergüenza—. Es la imagen lo que vende. A la gente no le interesará jamás la fotografía de un paisaje como la de una tragedia. La tragedia es belleza. Deberías saber perfectamente que todos aman las historias de esfuerzo y sacrificio. Haber sufrido por años por tus sueños te hará mucho más interesante que simplemente tener talento. Una estructura ósea perfecta no es nada si no se resalta, si los ángulos no son drásticos.
»Me preocupa que vuelva a desmoronarse. Que caiga tan rápido y con tanta fuerza que se quiebre en tantos pedazos que le sea imposible recomponerse —añade mientras abre la puerta. El gesto se siente mucho más significativo. No tiene ánimos pero dibuja una pequeña sonrisa de despedida—. Ustedes dos se parecen bastante. Zi Tao también ha hecho su buena racha de estupideces para ser aceptado.

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Chanyeol se repite que no tiene motivos para verlos hasta el día de la sesión de fotos y la grabación de la campaña. Ni siquiera tiene un puto número telefónico, solo bufandas de cashmere. Únicamente encuentra en Internet números de contacto internacionales y sus weibo. Al parecer tienen una vida social bastante interesante a juzgar por sus fotos en fiestas glamorosas, backstage y con celebridades. Reconoce la piel bronceada y los labios llenos del modelo, Kai, y del chico con clavículas pronunciadas. Los recuerda del desfile; parecían seres etéreos, perfectos, en la pasarela.
—¿Cuál es la diferencia entre seda de mora y seda bourette? —le pregunta Baekhyun cuando se tira sobre el sofá a esperar que su respiración se normalice.
—¿La producción? —responde entre gruñidos y agotamiento.
—Si quieres hacerte el modelo, al menos actúa como que sabes perfectamente lo que dices —ríe Baekhyun malicioso—. Vamos, a ensayar, pop model.
Julio está finalizando, las promociones también. Agosto traerá nuevas canciones, nuevas coreografías, nuevos programas; más horas de sueño perdidas, más sonrisas, más músculos agarrotados.

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Escaparse de la sala de prácticas es todo un logro por el que debería ser felicitado. Tiene unos pocos minutos para conseguir algo de beber mientras Baekhyun lo cubre. La noche cae pesada sobre la ciudad y hace rato que no ve unas cuántas fanáticas esperando por ellos en las puertas. Sin embargo, en el hall está una persona parada cuya piel trigueña y porte suavemente desgarbado le es inconfundible. Está cruzado de brazos y parece la viva imagen del mal humor.
—Sonrisotas —le llama—. Ven, te invito a comer.
Sabe que su manager y los demás miembros lo querrán matar, pero Zi Tao usa una camisa blanca que contrasta exquisitamente con su piel y su rostro no es el alguien a quien se le dice que no. Tiene la consideración suficiente como para enviarle un mensaje de texto a Baekhyun durante el viaje en taxi hasta un restaurante en las cercanías de Hongdae y luego lo apaga. Zi Tao lo mira con una ceja alzada pero no comenta nada.
Charlan un poco sobre la campaña y el próximo álbum entre platos de ensalada y copas de vino. El humor de Zi Tao mejora a cada trago y sus ojos felinos brillan con algo que se halla entre la alegría y el cariño cuando Chanyeol le pregunta cómo conoció a Yi Fan. «Fue en una sesión de fotos», le cuenta mientras lo convence de que pague.
—Todos somos superficiales. Kris es del peor tipo —le asegura en algún punto del camino entre la mesa y las puertas de vidrio—. Tiene la apariencia de un dios; el atractivo por el que pudientes pagarían millones por tener y mostrar, pero no le importa. Le han ofrecido pequeños roles en series y trabajillos de conducción, e incluso modelar Nike en Hong Kong. A todo le dice que no. Es egoísta, persigue la belleza pero la quiere para sí. No tiene interés en mostrarlo, si alguien más lo ve, qué suerte.
—¿Y KTstyle?
—Quiero creer que tuve algo que ver —ríe pero su tono carece de gracia—. Lo cierto es que también le agrada crear. Los fotógrafos siempre se jactan de que no solo capturan imágenes; descubren belleza y la componen. Se siente bien creerles.
Las calles están concurridas y el bullicio tintinea en sus oídos. Compran licor y RedBull en un autoservicio y beben mientras caminan, pavoneándose y riendo a carcajadas por tonterías. Olvidan el transcurrir del tiempo y se apoyan uno contra el otro por estabilidad. Se sientan al borde de la calle, cansados pero sin querer regresar. Zi Tao envuelve su brazo y apoya su mandíbula filosa sobre su hombro. Se queja de que sea huesudo, pero no se mueve.
—Una vez escuché que si respiras despacio, el tiempo se vuelve más lento. Es mentira, lo intenté —confiesa con una risita—. Pero tenía que hacerlo. Cuando eres de una ciudad pequeña, venir a las grandes ciudades es sentir amor por primera vez. Da miedo, pero quieres experimentarlo todo. Es acelerado, sucio y brillante. Y simplemente no puedes volver. Cuando dejé Seúl por primera vez, intenté ralentizar mi respiración hasta casi detenerla. Lloré cuando tuve que despedirme de las luces brillantes y los carteles enormes. Temí jamás volver.
Los ojos de Zi Tao están acuosos y le parece más frágil que nunca. Lleva su mano hacia su mejilla e intenta detener una lágrima que nunca cae. Zi Tao no es hermoso en la misma manera que Yi Fan, pero no deja de ser bello. Es interesante; nunca sabe qué hará o qué dirá y siempre está expectante de su reacción. Acaricia su mejilla y decide que no quiere alejarse de él. No quiere publicitar su marca por una temporada y luego separarse.
Contempla sus labios, con las comisuras curvadas naturalmente hacia arriba que le recuerdan a un gato. Todo Zi Tao le recuerda a un gato; parece elegante y arisco pero se estira y lo besa y solo quiere cariño. Mueven sus labios y, cuando menos se da cuenta, está acariciando el pecho suavemente marcado de Zi Tao por encima de la camisa.
—Yeol, ¿por qué sonríes todo el tiempo? —le pregunta mientras prende un cigarrillo.
—Porque a las personas les gusta la gente alegre. Les hace preguntarse por qué lo son —se sorprende a sí mismo respondiendo con total honestidad.
—¿Y no tienes miedo de que alguien te destroce la sonrisa? ¿Qué te la estiren hasta inutilizarla, que todo el mundo te odie?
Chanyeol se encoge de hombros. No lo considera probable por el momento. Pocas veces realmente pensó en el futuro, solo el cercano, porque intenta estar a la altura de lo que ofrece a sus fanáticas y disfrutar el presente.
—¿A qué le temes?
Zi Tao deja que el humo se escape de sus labios antes de susurrar:

—A que Kris me deje. 


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N/A: Lamento dejarlo ahí. En lo posible, espero revisarlo y expander esta historia en estos días.