Categoría: Hetero
El amor apesta.
Siempre soñé con que llegaría esa grandiosa persona que haría que me
enamore a primera vista, sus ojos me atrapen y me ahogue en un mar de ilusiones
románticas; me atrape entre sus brazos haciéndome sentir querida, adorada, que
me acaricie lentamente con sus tersas manos y me susurre al oído palabras
bonitas, pequeños piropos que yo deseo escuchar. Y que sea mi amor verdadero,
mi único amor, el que me lleve al altar; con el que viviré siempre, con el que
seré “feliz como una perdiz”... Gran estupidez.
Aunque ames a alguien, no importa cuan intenso sea, al final terminas
cansándote. Esa es la razón por la que ahora no creo en el casamiento, la
monogamia. Todo lo impone nuestra religión, como los árabes tienen por
costumbre tener más de una mujer (cosa que podrían ir también para las mujeres: más de un mancho), nuestra cultura impone que seamos fieles, o se comete
adulterio, sos una puta, o simplemente esto no da para más. Nos quieren hacer
parecer a un pingüino, con una sola persona del sexo opuesto para toda la vida.
Y luego de casarte ese amor dura unos años, lo suficiente para crear
unos hijos en el vientre materno, luego en vez de “amor pasional” se vuelve “amor
familiar”, solo por los hijos. Se aparenta que todo esta perfecto en la
familia, para que ellos no sufran de verlos mal, pero con el tiempo los chicos crecen y ya están maduros para
soportar las peleas por temas triviales, más de una vez insultando al otro y
haciéndole ver lo que les desagrada de “su compañero eterno” y lo de lo que se
han dado cuenta con el paso de los años, cuando salían del absorto que crea el
amor.
A veces terminan separándose, viviendo juntos pero hablando lo justo y
necesario, o en pequeños casos matándose con la indiferencia y regalándose a la
infidelidad. Y traumando a sus hijos.
“Amor” es un sentimiento verdadero, y pasajero. No he oído de alguien
real que ame a una persona tan fogosamente y pasional como en el día en que
empezó a hacerlo.
Encima el Día de San Valentín. Un día bien aprovechado por los
vendedores, bombonerías y tiendas, ya que los tontos están locos por alguien que le
regale algo y eso es lo que ellos creen poder brindar. Si de verdad amaras a
alguien no solo le dedicarías un día en especial, sino todos lo que puedas, y
como todas las parejas se juntan hoy solo comprueban que su amor es una
aventura, una experiencia más.
Sino díganmelo a mí, sentada en este banco mirando como miles de parejas
pasean tomados del brazo o de la mano, algunos besándose, otros abrazados. Y no
saben siquiera si su acompañante mañana estará con ellos o alguien más estará a
su lado. Algunas mujeres llevan flores, otra unas pequeñas cajitas, y otras con
las manos vacías. Aunque todos los días deberían ser San Valentín, este día en
especial te hace sentir como un perro miserable y abandonado cuando estás sola.
Te hace sentir que se te oprime el corazón y que nadie te quiere, que esa
soledad durará toda tu vida.
—¡Mica! —levanto la vista para encontrarme con un chico apuesto de pelo
negro y ojos profundos y marrones amielados. Es alto y con espalda ancha y músculos
marcados bajo la camisa productos de largas horas de entrenamiento en tenis.
—¿Qué pasa, Gastón? —le pregunto sin mirarlo, con la cabeza aún fija en
el suelo, como si fuera lo más importante del lugar. Él me gustaba, puede
que sea mi mejor amigo y aunque no sepa
cómo terminamos siéndolo, disfruto estando con él. Cosa que comprueba que aun lo
quiero—. ¿Qué...?
No logro terminar la pregunta ya que con su mano levanta mi cabeza y me
atrae hacia él uniendo nuestros labios en un corto, casto pero tierno beso. Mi
primer beso.
—Feliz día de San Valentín. Me gustas desde hace tiempo —me sonríe cálidamente
a la vez que deja una rosa roja en mi mano. Lo miro por un momento para pararme
y abalanzarme sobre él, pasando mis brazos alrededor de su cuello y besándolo
nuevamente pero profundamente y con más pasión, abriendo ambos nuestros labios para dar paso a nuestra
lengua, a que ellas recorran y reclamen la boca del otro. Gastón junta aun más
nuestros cuerpos haciendo que se toquen por encima de la ropa, rodea mi cintura
apretándola fuertemente mientras yo solo me encargo de jugar con sus sedosos y
lindos cabellos. Y solo no separamos para tomar algo de aire...
Puede que el amor apeste y no dure para siempre, pero es lindo tener una
experiencia. ¿No?
No hay comentarios:
Publicar un comentario