domingo, 22 de julio de 2012

El primer error


Título: El primer error
Resumen: Apenas vio a Reid, Morgan cometió el primer error.
Categoría: General



Apenas lo vio, inmediatamente pensó que era desgarbado, alto, larguirucho y ligeramente encorvado. Cuando lo saludó, notó que tenía piel pálida, aspecto algo descuidado, apretón de manos débil y tartamudeo.
Dos días atrás se había enterado que un chico iba a formar parte de BAU e imaginó un perfil sobre él. Inseguro, desgreñado, escasa interacción social. Se regodeó a sí mismo de no haber fallado.
—Spencer Reid —se presentó el chico.
Lo observó por un segundo; apenas debía pasar los veinte.
—Agente Especial Derek Morgan —respondió y segundos más tarde regresó su atención al juego.
—¿Juegan al póquer? —preguntó Reid, a pesar de no parecer necesitar respuesta. Hotch asintió a la vez que alzaba otra carta—. ¿Sabían que sólo hay 2.598.960 jugadas posibles en póquer?
Morgan alzó momentáneamente una ceja. Con que era un sabelotodo…
—No, no sabía —dijo Hotcher, que vislumbró en la puerta a Gideon, con quien quería hablar. Morgan lo vio darse vuelta y preguntarle al chico si deseaba tomar su lugar.
Alzó una ceja, algo incrédulo.
—¿Dejarás que te reemplace?
Hotch asintió con su seriedad habitual y se acercó a Gideon. Morgan lo dejó pasar y observó al chico sentarse e investigar las cartas que Hotch le había dejado, con le ceño levemente fruncido.
Dos minutos más tarde, sus dos pares eran vencidos por la escalera de Reid. Luego, el chico lo derrotaba con color. Morgan dejó las cartas en la mesa y frunció el ceño, entre hastiado, sorprendido y enfadado. Encima el chico sonreía mientras juntaba las cartas.
Gideon se le acercó y le dijo que había cometido el primer error y el más garrafal, a lo que Morgan lo miró, entre estupefacto y confundido.
—Has prejuzgado al chico por su apariencia y su edad. Olvidas que tiene el coeficiente intelectual de un genio y memoria fotográfica, y que nació y creció en Las Vegas.
—Disculpe, señor, pero el término correcto sería eidética —lo corrigió Reid.
—Y que además es un sabihondo —gruñó Gideon.
Morgan vio que el chico parpadeaba algo desconcertado pero mantenía su sonrisa. Se anotó mentalmente no volver a subestimarlo y contempló su sonrisa por unos segundos. De ahora en más esa sonrisa lo acompañaría en el trabajo, y, ¿quién sabe?, tal vez podrían ser amigos. 

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