miércoles, 19 de febrero de 2014

No seremos otra canción (ni lo intentes)

Título: No seremos otra canción (ni lo intentes)
Fandom: Tokio Hotel
Rate: PG
Pairing: Biorg
Resumen: Donde Los Ángeles se topa con la sinceridad y otras pretensiones.

El humo de los cigarrillos en la sala se había vuelto asfixiante, pero cuando Georg se apoyó sobre el borde de la ventana y se asomó para respirar aire fresco, notó que la atmósfera contaminada de Los Ángeles le producía una sensación similar. Millones de soñadores y playas y luces de neón iban de la mano con polución y asperezas. Pero siempre pensó que cuando apenas se empezaba, los sueños, los deseos y la belleza ofuscaban lo demás.
—Te cortaste el cabello… ¿por qué ya era hora? —oyó la pregunta mucho más pronto de lo que hubiese esperado. El tono de Bill siempre tuvo una reminiscencia sarcástica que aprendió a maquillar en los momentos adecuados para las cámaras.
Bill apestaba a cigarrillo y Georg se sintió completamente asfixiado otra vez. Quizá el olor no era el problema, quizá había demasiado dióxido de carbono a su alrededor.
—Sí, lo era. Ya estoy cansado de leer disparates como que Gustav se enamora de mí por mi cabello o que Tom tira de él cuando tenemos sexo —contestó.
—Las fanáticas no son el problema.
En ese momento, Georg detestó que Bill no preguntara. Bill nunca lo hacía, solo afirmaba. Y si se equivocaba, que el otro no lo sepa. Era tan seguro de sí mismo que olvidaba no ser impertinente.
—A veces sí, a veces no —suspiró y se giró hacia su compañero. Tenía puesto esos lentes Buddy Holly que no necesitaba y bálsamo labial—. Quise ser sincero. Tom lo fue, cuando contestó «tarde». Gustav también. Pregonamos el hacernos oír, entonces que me oigan.
—Nadie lo va a entender —bufó Bill. En respuesta, él solo se encogió de hombros—. Así que era hora de anunciar que me olvidaste.
Volvió a encogerse de hombros. «Seguir adelante», corrigió. Bill bufó nuevamente, ofendido. Pensó que a él se le daba muy bien el papel del interrogador y el de la víctima, aunque no sabía cómo lo lograba. Georg, en cambio, estaba cansado de jugar el papel defensivo, no lo sentía suyo.
—Prometimos que íbamos a comportarnos como adultos y que nuestra relación laboral no se iba a ver afectada. Ya demasiado tiempo está tomando este disco.
—Quizá fuimos demasiado optimistas. Parte de nuestro trabajo es parecer unidos y eso es difícil cuando no quieres estar ni a dos pasos de mí.
Georg suspiró. Lo había logrado cuando era al revés y sentía que no podía estar alejado ni unos minutos de su cintura o su risa. No debería ser complicado ahora.
Se giró nuevamente hacia la ventana. Los Ángeles era calurosa incluso en invierno y estaba poblada de sueños devenidos en realidades. Era él en ese momento, con las manos lastimadas por el bajo y pretendiendo estar bien. Era él, queriendo ocultar sus sentimientos agónicos tras un corte de cabello y llenar sus pulmones de mentiras.
—Hay algo poéticamente trágico en todo esto —farfulló Bill, apoyado contra la pared.

—No puedo verlo —rió con amargura. Ellos solo eran escombros de sueños y memorias ingenuas. Otro par más en la ciudad de Los Ángeles—, pero tú seguramente lo harás. Solo no escribas canciones con ello.




No hay comentarios:

Publicar un comentario